-¿Quien eres?-Pregunto de pronto dirigiéndose hacia mi con un tono de autoridad que fastidiaba.
-Soy nadie, a la vez todo-frunció el ceño al ver que no le diría mi nombre. El se encontraba sentado en el verde pasto junto a un frondoso árbol de cerezo. Era diciembre y estos empezaban a florecer haciendo que el mundo se vea diferente, parecía un cielo rosa, cualquier niño diría que es un cielo de algodón de azúcar pero es más que eso.
-No te haré daño, solo dime tu nombre-Aquella figura levanto su cuerpo del pasto y se paró rígidamente frente a mi.
-No...-empece a retroceder, estaba descalza y vestía un largo vestido blanco, lo raro es que no solía usar esa ropa nunca.
-No temas, no te lastimare.-Aquel ser de facciones perfectas vestía de negro con gran estilo, tez blanca como la leche y poseía una melena larga y negra como la noche.
Seguía retrocediendo mientras sentía el frío viento alborotar mis cabellos. El cielo azul empezó a tornarse oscuro, y el pasto había desaparecido. El suelo empezaba a arder, el calor de mis pies hizo que soltara un leve gemido de dolor. El empezó a reír.
-Tu no tienes a donde ir, y nadie quien te proteja. Ven conmigo-me tendió su mano mientras mostraba su perfecta sonrisa.
-Yo... ¡Nunca!-me voltee en dirección contraria y empece a correr olvidando el ardor del suelo.
Entre en un sendero sin salida y el estaba ahí ¿Como?
-¿Por que no crees en mi, Jazmín? -Abrí mis ojos exageradamente al escuchar mi nombre.
-Porque tu no eres real-logre articular aquellas palabras llenas de valor.
-¿Entonces por que estas aquí?-pregunto mientras lanzaba una gran carcajada.
-Yo hice algo muy malo-baje la mirada.
-Eres bienvenida a mi mundo. Pero -Se calló unos segundos en los que sentí como unas grandes manos tersas viajaban por mi cuerpo delicadamente, mi piel se erizó- Tienes que hacer lo que te diga.
-Ya te dije que Yo No Creo en Ti-aquello lo dije en un susurro.
-Tu perteneces aquí-intento besar mi cuello, sus labios quemaban.
-Yo pertenezco a la luz, y estoy aquí para recordarte que -hice una pausa, suspire y proseguí.-Tu no tienes el poder, tu eres inferior, tu no eres nada, Tu No Existes-Sonreí de manera victoriosa.
Y pensar que al inicio no sabía a quien recurrir. Sin embargo, el calor que sentí en mi pecho por unos minutos me recordaron en que y en quien debo de creer.
Sus ojos color noche se clavaron con mis ojos azul mar. Me tomo de ambas manos y acerco su rostro al mío. Con su ultimo hilo de voz hablo por ultima vez.
-Pero yo si creo en ti. Te creo en mi mundo.-dicho eso dejo un beso ardiente en mis labios y entre lluvia, truenos y relámpagos desapareció sin rastro alguno sobre la tierra, aunque muchos dirán que el rastro lo dejo en mi ....